domingo, 3 de octubre de 2010

Brassens y sus Malas Reputaciones

Hoy recordamos a George Brassens, cantautor francés, exponente relevante tanto de la chanson francesa como de la trova anarquista del siglo XX.

Una de sus canciones más famosas ha sido "La mauvaise reputation", traducido al español "La mala reputación", que es asi, tambien, como se conoce a la canción en castellano. Aquí están las dos versiones de Brassens, la francesa y la española:





Esta canción ha sido versionada por distintos autores como por ejemplo Paco Ibáñez:



Otra versión interesante es la realizada por Loquillo. Obviamente, está, es mucho más rockera que las anteriores:



Os dejamos la letra en castellano de "La mala reputación" de George Brassens:

En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me pudo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla doy al señor
Y he aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a correr
Salvo los cojos, es de creer.

Ya sé con mucha precisión
Como acabará la función
No les falta más que el garrote
Pa' matarme como un coyote
A pesar de que no arme ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a ladrar
Salvo los mudos es de pensar.

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